500 AÑOS DE LAS LEYES DE BURGOS

Por Félix González Bueno, General de División
Publicado en Tierra, Mar y Aire, nº 324, revista de


Un acontecimiento singular de especial relevancia en la Historia de la Colonización española en América, que merece ser recordado y difundido
 
ANTECEDENTES PRÓXIMOS

Fue Cristóbal Colon el responsable de que se denominase con el nombre de indios a los nativos aborígenes del Nuevo Mundo, en su creencia de que en aquél primer viaje de 1492 había alcanzado las Indias Occidentales. No hay que olvidar que Colon trataba de llegar a Cathay, en el norte de China, y que llevaba credenciales preparadas para el Gran Khan. Buscaba la ruta Occidental para llegar a Asia una vez que, por diversas circunstancias adversas, la ruta terrestre de las especias se había convertida en tan larga como peligrosa. Y no eran muchas las noticias de aquél Continente, y menos las referidas al lejano Oriente, aunque si sabían de sus riquezas y de sus poderosas civilizaciones. En su falta de conocimientos designaban con el nombre global de India a grandes áreas de Asía, quizás porque en alguno de sus puertos era posible comprar especias. Componían el viaje 3 carabelas y 100 hombres.

Por estas razones fue grande la sorpresa de los descubridores al llegar a las costas de San Salvador y encontrarse nativos semisalvajes, sin rastro alguno que anunciase grandes civilizaciones, con un extraño lenguaje que dificultaba el entendimiento mutuo, hasta el punto de llegar a considerarlos una especie extraña, dudando sobre si su alma fuese la propia y verdadera de los seres humanos.

Si a ello unimos el carácter comercial que caracterizaba aquella expedición, es fácil de entender que sin entrar en mayores disquisiciones filosóficas, asumieran como posible y rentable utilizarles como mano de obra barata y traerlos de vuelta a la metrópoli como esclavos con los que poder comerciar. No debemos olvidar que en aquella época la esclavitud existía en Europa, y era consideraba como algo normal.

Esa circunstancia propició que el segundo viaje del año 1493, se programase y preparase con gran magnitud de medios y extrema rapidez. Lo constituyeron 17 navíos y unas 1.200 personas, y curiosamente fue el clérigo Juan Rodríguez de Fonseca, persona de ascendiente en la Corte, el encargado de organizar los preparativos de este viaje demostrando gran eficacia y capacidad. Y digo curiosamente, porque pronto se puso de manifiesto una abierta enemistad contra el espíritu mercantilista y monetario que distinguía a la familia Colon.

Sin embargo, desde 1495 se empieza a discutir en el seno de la Iglesia Católica la licitud o no de esclavizar a los indios. Algo que a la sensibilidad de la Reina Isabel le repugnaba ciertamente y, aunque siguieron llegando indios hasta 1497, tres años más tarde consiguió influir en su esposo Fernando para decidir liberarlos de su esclavitud y devolverlos a sus lugares de origen, dando instrucciones a Nicolás de Ovando para que fuesen bien tratados por todos.

Y es que pronto, tras los primeros años del descubrimiento, se hizo público y notorio en la metrópoli el maltrato que determinados personajes infligían a los indígenas sometiéndoles a unas condiciones de trabajo y servidumbre que hicieron levantar voces contra tales desmanes, especialmente por parte de monjes y eclesiásticos que se destacaron en estas denuncias. En este aspecto, merece ser mencionado el memorial que Juan de Fonseca, que ya había iniciado su etapa indiana, y que lo remite a la Corona facilitando información y alegatos, razonando como los indios debieran asentarse en poblados con una autoridad propia que les organizase y protegiese contra aquellos que trataran de atacarlos o maltratarlos.

En los días finales de aquel mismo año los Reyes Católicos firman su conocida defensa de las Encomiendas, de la figura de un personaje, el Encomendero, que podía recibir un número determinado de indígenas, que bajo su mando trabajarían en las tareas que se les encomendase, proveyéndoles a cambio de un salario, comida o vivienda según los que en cada caso determinado procediese. De esta manera la esclavitud no estaba permitida, aunque se vieran obligados a un régimen de trabajo obviamente difícil de comprobar. El año siguiente, en 1504, muere Isabel la Católica y en su testamento se contiene la preocupación por lo que pensaba había de servir para mejorar la vida de sus súbditos americanos.
 
LAS LEYES DE BURGOS: REALES ORDENANZAS PARA EL BUEN REGIMIENTO Y TRATAMIENTO DE LOS INDIOS
 
Hace 500 años Burgos fue escenario de la promulgación de estas Leyes, que han sido reconocidas como uno de los antecedentes de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
 
Fernando el Católico, aunque con los altibajos propios de su política, continuo la trayectoria iniciada por Isabel y en 1512, incentivado por los requerimientos que procedían de los clérigos asentados en América, algunos tan llamativos como el famoso sermón del dominico fray Montesinos en la Navidad del 1511, toma la decisión de reunir a los teólogos más afamados de la Corte y bajo la dirección y coordinación de Fonseca formó la que se denominó como Junta de Burgos, que estuvo trabajando en los conventos de San Pablo y San Francisco de esa ciudad (ambos, hoy desaparecidos, fueron durante décadas cuarteles de Caballería e Intendencia, respectivamente, tras la desamortización de Mendizábal). Además del mencionado Fonseca, la formaron Martin de Paz, Pedro de Covarrubias y Juan López de Palacios Rubios.
 
Se trataba de elaborar unas Ordenanzas que de manera definitiva delimitasen el tratamiento debido a los indios americanos, terminando con costumbres y corruptelas que ocasionaban maltrato o trato injusto a los indígenas. A través de sus 35 artículos, se regula su régimen de vida, sus condiciones de trabajo y ocupación, los límites que habían de seguirse en su utilización como mano de obra y especialmente sus derechos como personas con alma humana, que merecían el respeto de los demás seres humanos. En consecuencia, a los indígenas se les declaraba hombres libres y podían tener propiedades, si bien eran súbditos de una Corona a la que habían de obedecer y personas que debían ser evangelizadas. El 27 de Diciembre de 1512 Fernando el Católico las firma en Burgos, seguramente en la histórica casa del Cordón, según teoría sostenida por diversos investigadores.

Aparece en ellas la figura del Visitador, como un cargo nombrado por el gobernador entre los colonos más antiguos y respetados, que tenían la función de vigilar el cumplimiento de los artículos contenidos en estas Ordenanzas.Yse establecía que debía de visitar a los poblados indígenas bajo su cargo al menos dos veces al año.
 
A efectos de contextualizar este momento, será bueno recordar dos aspectos puntuales: Uno, para destacar cómo a pesar de la distancia y de las dificultades, España se movió con rapidez para conseguir la colonización. Desde 1494 en el que el Tratado de Tordesillas divide el Mundo entre España y Portugal, se aceleró más si cabe, de manera que en 1496 ya existía Santo Domingo, en 1503 se crea la Casa de Contratación en Sevilla, y en 1511 se funda la Habana en Cuba. Y, en segundo lugar conviene apuntar que estas Leyes se dictan en un entorno de una gran convulsión cultural. El Humanismo y el Renacimiento están adueñándose del panorama social, dejándose atrás los valores y principios que habían dominado la Edad Media. De hecho, en años sucesivos se mantuvo vivo el debate ético y social, y se produjeron pequeños cambios en las Leyes, tanto en 1513, como en 1520, donde otro dominico burgalés, Francisco de Vitoria ponía las bases del llamado Derecho Internacional, al establecer que todas las personas, por el mero hecho de serlo, eran iguales en derechos y debían gozar de una mínima libertad…Todo un logro precursor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos conseguida en 1948.

Comentario aparte merece el llamado Requerimiento, que desde 1514 trataba de reglamentar la liturgia ante nuevos descubrimientos. Explica cómo había de reunirse a los indígenas y anunciarles, de la forma más adecuada posible, quienes eran los descubridores y cómo se invitaba a los nativos a ser súbditos de la Corona española, y de las ventajas que ello les acarrearía si lo hacían de buen modo. Es fácil imaginar la indudable dificultad que debía suponer llevar a cabo tal requisito.

Mientras tanto el incansable Juan de Fonseca, entrega en 1518 otro Memorial a la Corona. Habían fallecido ya Fernando el Católico y el cardenal Cisneros, así que es Carlos, I rodeado de flamencos, y recién jurado su reinado, quien lo recibe. Y surte efectos, porque en Granada (1526) se modifican en parte las Ordenanzas de 1512, y más tarde en Barcelona en 1542, se promulgan las Leyes Nuevas de Indias, tras ser oídos en Cortes tanto a Francisco de Vitoria como a Bartolomé de las Casas, quienes venían proponiendo desde varios años atrás tal remodelación, especialmente para evitar abusos de los Encomenderos.
 
Aunque las Leyes fueron sucesivamente mejorando, especialmente con Felipe II, hombre prudente y minucioso que cambio el concepto de conquista por el de poblamiento con sus Leyes de 1573, lo cierto es que el paso dado con las Leyes de Burgos, constituyó un extraordinario avance digno de destacarse con justo orgullo, como ocurre con un gran porcentaje de actuaciones promovidas por España en aquellas tierras.

Ya nivel personal, me gustaría concluir resaltando el extraordinario caudal de personas que van apareciendo en cuanto se ahonda en la búsqueda de rastros sobre hechos acaecidos en esa gran epopeya hispana que supuso el descubrimiento y la colonización americana, sin la que no se entiende gran parte de nuestra Historia. Se entrecruzan unas con otras, como si de cerezas se tratara, y se acaban descubriendo facetas inéditas de una pléyade de personajes que dejaron parte de su vida y su entusiasmo, en aquella extraordinaria proeza de la que tantos retazos merecen ser destacados.

Del año 1512 al 1812, los indios americanos pasaron de ser súbditos de la Corona de Castilla a ciudadanos españoles, en el recorrido histórico que va desde las Leyes de Burgos a la Constitución de Cádiz, conocida popularmente por el sobrenombre de la Pepa. En torno a estas dos celebraciones, en el próximo mes de Septiembre de este año, se desarrollaran las V Jornadas de Cultura de la Defensa en colaboración con la Universidad de Burgos.

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