CRISTIANOS DE ARABIA: VIVIR EN LA SOMBRA

Por José Luis Orella
Publicado en Minuto Digital, 28.02.07

A diferencia de los países del Próximo Oriente, donde existen minorías de  cristianos árabes y armenios, cuya situación de marginación empuja a una emigración paulatina, que amenaza la existencia misma de estas comunidades, en los países del Golfo Pérsico, donde se sitúan las monarquías tradicionales petroleras, el oro negro ha provocado una inmigración masiva de trabajadores a la industria petrolífera y a sus derivados y muchos de ellos son cristianos.

Sólo en Arabia Saudita trabajan de seis a siete millones de extranjeros.

En ese entorno de paisanos afincados en la península arábiga, es donde el cristianismo, desaparecido desde los tiempos de Mahoma, ha vuelto a prender.

La Iglesia católica tiene un vicariato para Arabia, donde se incluyen a todos los países de la península, para poder organizar de la mejor manera posible la ayuda espiritual que necesitan estos cristianos recién afincados.

En 1974 los católicos eran unos 200.000 mil, hoy no bajan como mínimo, de tres millones, de, al menos, cien nacionalidades diferentes, aunque en su mayor parte procedan de Filipinas, India, Paquistán, Etiopia, Eritrea, Sudán y Egipto. Sólo del archipiélago hispanomalayo son casi un millón de emigrantes.

Sin embargo, la situación de éstos es muy distinta y depende de países.

La capital de Emiratos Árabes Unidos, Abu Dabi es la sede del vicariato y donde se han podido construir media docena de iglesias, como en Omán, donde han sido construídas cuatro y otra en Bahrein.

Tanto el jeque de Emiratos Árabes Unidos, como el emir de Qatar, el rey de Bahrein y el sultán de Omán han procurado tener buenas relaciones con el Vaticano, y en los últimos años del siglo XX han abierto sus relaciones diplomáticas con él.

La excepción es Arabia Saudita, que como "protectora" de los "santos lugares" islámicos, y bajo el rigor interpretativo del wahabismo, prohíbe de manera total cualquier tipo de manifestación o símbolo cristiano en el país.

Para vigilar estos asuntos existe una policía especial, la mutawa, verdadero terror de los inmigrantes, a los cuales acosa cruelmente.

Cualquier libro u objeto que pueda ser calificado de cristiano es requisado y tirado a la basura, con el encarcelamiento del "delincuente".

Los sacerdotes que mantienen el culto clandestino, han de poseer sus papeles en regla como técnicos de las numerosas empresas que trabajan en el país árabe.

Las misas sólo pueden ser celebradas en los recintos diplomáticos y cualquier lugar habilitado en secreto puede ser desmantelado y sus ocupantes detenidos.

Desde 1990 a 1993, según Amnistía Internacional, 329 cristianos habían sido detenidos por diversos motivos.

El caso de Donato Lama, en octubre de 1995 fue uno de los divulgados por la prensa internacional, arrestado bajo la acusación de evangelizar, fue condenado a setenta latigazos y 18 meses de cárcel, hasta su expulsión a Filipinas.

En 1984, otros dos filipinos, Ruel Janda y Amel Beltrán, habían sido decapitados ante el silencio internacional. Más recientemente, en abril de 2005, cuarenta paquistaníes fueron detenidos por oír Misa de manera clandestina en un apartamento.

No obstante, parece ser que para la prensa occidental los filipinos, indios o paquistaníes, si son cristianos, no son lo suficientemente importantes para ser objeto de las reivindicaciones de los media de Europa y EEUU.

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